Dios nos ofrece Su amor y Su paz en Isaías 43:25 cuando nos dice “Yo, Yo Soy el que borro tus rebeliones por amor de Mí mismo, y no me acordaré de tus pecados. Cuando Dios nos perdona, Él borra completamente nuestros pecados y más nunca se acuerda de nuestras rebeliones. Muchas veces nos consumidos en el dolor por algo que paso muchos años atrás y ese malestar puede ocasionarnos resentimientos y falta de perdón. Es impotente saber qué es el perdón para que se produzca un cambio en nuestras vidas.

Vivir una vida amargada y resentida por una situación que sucedió ayer o treinta años atrás, puede crear una inmensa esclavitud en el ser humano. El diablo, el padre de las mentiras, el atormentador y el acusador, utiliza el pasado de dolor como una manipulación para mantenernos en cautiverio. En una ocasión Pedro le preguntó a Jesús, Señor… ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete. Esa expresión dada por el Maestro significa que todos debemos perdonar muchas veces.
¿Qué debemos hacer si nuestro hermano vuelve a ofendernos varias veces? Perdonarlo otra vez y el Señor se hará cargo de esa persona, porque la venganza es de Dios. “No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, Yo pagaré, dice el Señor” (Romanos 12:19). Si el Señor por Su misericordia nos ha perdonado ¿Quiénes somos nosotros para no perdonar? La falta de perdón atrasa y no deja que la persona avance. La falta de perdón enferma y torna resentimiento a la persona. La falta de perdón aumenta la presión sanguínea, acelera y produce depresión, mal humor, corazón amargado, provoca estrés y la paz no habita. En cambio, cuando perdonamos a nuestros enemigos recibimos paz y liberación. Las cadenas se rompen debido a que somos libres de la falta del perdón. Cuando perdonamos, la tristeza se va y se establece un gozo permanente.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia” (Mateo 5:7).

Oremos:
Padre Eterno, Jehová de Los Ejércitos. Gracias por perdonarme, ayúdame a perdonar a los demás, especialmente aquellos que me ha hecho la guerra y me desean mal. Padre mío y Dios mío te pido que guarde mi corazón, “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. Amén.

www.ministeriosdesanidad.org


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