Aunque a tu alrededor solo escuches miedo, persecución, pérdida del trabajo y mucha confusión, recuerda estas palabras: “Joven fui, y he envejecido, y no he visto justo desamparado, ni su descendencia que mendigue pan” (Salmos 37:25).
Dios nos ha prometido que no nos desamparará ni permitirá que pasemos hambre. Él es nuestro Proveedor, Jehová Jireh, el Dios que suple cada necesidad. Su fidelidad es eterna, y en medio de la incertidumbre, podemos confiar en que Él cuidará de nosotros y de nuestra familia. No temas.
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