Purifícame Señor

Purifícame Señor

Queridos hermanos, ahora somos hijos de Dios, pero todavía no se ha manifestado lo que habremos de ser. Sabemos, sin embargo, que cuando Cristo venga seremos semejantes a Él, porque lo veremos tal como Él es. Todo el que tiene esta esperanza en Cristo se purifica a sí mismo, así como Él es puro. 1 Juan 3:2-3

Refíname y moldéame Señor

1 Reyes 17:11-16, RV60
El profeta Elías se dirigió a Sarepta, obedeciendo la orden especifica de Dios. Serepta significa refinamiento, también significa fundir, y esto tiene que ver con el carácter de cada uno de nosotros. El proceso de fundición y refinamiento no es nada fácil, pero Dios siempre estará con nosotros para limpiar, transformar, y moldear nuestras vidas; “Él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores” (Malaquías 3:2). Dios no se equivoca, Él sabe muy bien la necesidad de cada uno de nosotros, como también, la necesidad de aquella viuda. A pesar de ser viuda, también ella estaba bajo una escasez de alimentos y en su casa solamente tenía “un puñado de harina en la tinaja, y un poco de aceite en una vasija”. En medio del hambre, la viuda de Sarepta dio hospitalidad al profeta y eso le agradó a Dios. Ella fue recompensada, por cuanto no faltó la harina ni el aceite, y su hijo fue vuelto a la vida (1 Reyes 17:8-24). ¡Bendito sea el Santo de Israel! ¡Aleluya, gloria a Dios!

Cuando le creemos a Dios, y lo buscamos primero; Él añadirá todo lo que nos hará falta, “porque Jehová Dios de Israel ha dicho así: La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra”. Cuando ponemos nuestra fe en acción, suceden cosas maravillosas de parte de Dios. La fe de esta mujer le agradó a Dios. Abracemos la fe, anhelémosla, y si no hay fe, pidámosla a Dios y Él nos la dará.

Mensaje de Dios
www.ministeriosdesanidad.com